11% de las personas venezolanas encuestadas por la OIM en Paraguay afirmaron que no tenían acceso a alimentos desde el inicio de la pandemia

(Paraguay, 30/06/2021) Según datos de principios de mayo de 2021, desde la Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para
migrantes y refugiados de Venezuela (R4V), hay alrededor de 5,6 millones de personas refugiadas y migrantes venezolanas en todo el mundo. En América Latina, con alrededor de 4,6 millones de personas venezolanas, este fenómeno se ha consolidado como el movimiento de población más grande en los últimos tiempos.

El flujo de personas refugiadas y migrantes de Venezuela hacia Paraguay ha tenido un crecimiento relativamente lento en comparación con los países vecinos. A finales de octubre del año 2019, se contó con un saldo migratorio de 1435 personas, superando con creces al saldo migratorio del año 2018, equivalente a un total de 1074 personas. Sin embargo, a mayo del 2021, según cifras oficiales de R4V, un total de 5298 personas venezolanas habían migrado y se habían establecido en Paraguay.

Esto muestra que en un año y medio la llegada de personas migrantes y refugiadas venezolanas a Paraguay se ha cuatriplicado. Teniendo en cuenta este incremento de llegada de personas venezolanas a Paraguay, en julio de 2019 se realizó la primer Matriz de Seguimiento de Desplazamiento3 (DTM por sus siglas en inglés) y en octubre-noviembre de 2019 se consideró necesario realizar una segunda ronda. Este informe representa la tercera ronda de DTM que se llevó a cabo entre febrero y marzo del año 2021, la cual buscó medir los efectos de la pandemia de COVID-19 en la población venezolana residente en Paraguay.

1. Perfil demográfico de las personas encuestadas.

Del total de 299 personas encuestadas, el 24 por ciento son hombres y el 76 por ciento mujeres, lo que da cuenta de un perfil levemente
feminizado. Así mismo, de todas las personas encuestadas, solo un tres por ciento reportaron tener doble nacionalidad.La población venezolana encuestada en Paraguay durante esta ronda  se caracteriza por ser joven en las edades activas centrales y con poco peso de personas en edades de retiro económico. El rango de edad del 69 por ciento de las personas encuestadas oscila entre los 25 a los 44 años. De ellas, el 37 por ciento tiene edades entre los 25 y 34 años, mientras que el 32 por ciento tiene entre 35 a 44 años.

Las personas mayores de 55 años son el grupo etario con menor presencia, representando el 5 por ciento de las personas encuestadas. Sin embargo, es un grupo importante al que tener en cuenta en el contexto de la pandemia de COVID-19.

2. Detalles del viaje

Como se muestra en la Figura 1, la población venezolana encuestada en Paraguay durante esta Ronda manifiesta haber iniciado su viaje desde Caracas – Distrito Capital (21%), Carabobo (16%), Bolívar (8%), Barinas (7%), Anzoátegui y Táchira (6% respectivamente). Con un porcentaje menor, las personas encuestadas comenzaron su viaje desde Lara (5%), Mérida (4%), Zulia (4%), Aragua (3%), Guarico (3%), Monagas (3%) y Sucre (3%). El 11 por ciento faltante inició su viaje desde alguno de los diez estados venezolanos restantes.

La gran mayoría de las personas encuestadas reportaron que el documento que usaron para ingresar a Paraguay fue el pasaporte (68%), seguido de la cédula de identidad venezolana/DNI (31%) y finalmente, aquellas que no tienen documentos (1%).

Considerando el momento en que se realizó la encuesta (febrero/ marzo 2021), la gran mayoría de las personas encuestadas (91%) llevaban más de 12 meses viviendo en Paraguay. Un seis por ciento llevaban viviendo en Paraguay entre 7 y 12 meses, seguido de un 3 por ciento que llevaban entre 1 y 3 meses y menos de uno por ciento entre 4 y 6 meses.

Treinta y cinco por ciento de las personas venezolanas encuestadas reportaron ser refugiadas o asiladas, seguido de un 25 por ciento que declararon ser solicitantes de refugio/asilo, 18 por ciento afirmaron tener la residencia permanente, 13 por ciento la residencia temporal y 4 por ciento estaban tramitando su residencia permanente. Por último, en menor proporción, tres por ciento anunciaron no tener un estatus migratorio regular. Es importante también notar el impacto de la pandemia desde marzo 2020 en procesos de regularización. De esta manera, un 24 por ciento de personas encuestadas reportaron estar tramitando su permiso de residencia mientras que un 17 por ciento afirmó encontrar dificultades para acceder a información sobre el proceso de regularización desde que inició la pandemia en marzo 2020.

casi la mitad de las personas migrantes y refugiadas venezolanas encuestadas manifestaron ser residentes del departamento Central de Paraguay (45%). Otros departamentos o zonas geográficas que fueron mencionadas son: Asunción (34%), Alto
Paraná (11%), Itapúa (7%), Concepción (1%) y Presidente Hayes (1%).

Al ser Asunción el distrito en el que una mayor proporción de personas encuestadas reportaron ser residentes, se consideró necesario analizar su residencia a nivel barrio. El barrio que fue mayormente mencionado por la población migrante y refugiada de Venezuela fue el Sajonia (8%), seguido de San Pablo (8%), San Vicente (7%), La Catedral (6%) y La Encarnación (5%).

Haciendo un estudio más en detalle de este grupo de personas venezolanas encuestadas que experimentaron problemas de movilidad desde el inicio de la pandemia se puede observar que la proporción de mujeres era mayor que la de hombres (55% y 45% respectivamente) (Gráfico 9). En cuanto a su edad, un 71 por ciento tiene edades entre los 25 y los 44 años (Gráfico 10). Por último, un dos por ciento de las personas encuestadas que experimentaron problemas de movilidad desde el comienzo de la pandemia declaró no tener un documento de identidad (Gráfico 11).

Del total de personas venezolanas encuestadas, la gran mayoría manifestó no haber experimentado ningún problema de movilidad desde el comienzo de la pandemia (80%). Sin embargo, un 16 por ciento mencionó que un familiar se había quedado varado en otro país, un 2 por ciento reportó que un familiar se había quedado varado en Paraguay, un uno por ciento dijo que quedó varado en otro país y finalmente, otro uno por ciento afirmó quedarse varado en Paraguay.

3. Situación económica y laboral

La proporción de personas encuestadas que se encontraban empleadas en Venezuela es mayor que la actual en Paraguay (57% y 40% respectivamente). A su vez, dentro de las personas encuestadas, hay una mayor tasa de desempleo en Paraguay que en Venezuela (33% en comparación con 12%). Para el resto de las variables no existe una gran diferencia en su situación laboral entre Venezuela y Paraguay. Al momento de la encuesta en Paraguay, menos del uno por ciento eran estudiantes, retirados o jubilados y voluntarios.

Considerando que la gran mayoría de las personas encuestadas (91%) llevaban más de 12 meses en Paraguay, se puede entender que el alto
nivel de desempleo en Paraguay al momento de la encuesta podría deberse al impacto de la pandemia por la COVID-19. A su vez, esto está relacionado cuando se mira con detenimiento las ocupaciones laborales de las personas encuestadas en Paraguay.

El 28 por ciento declararon trabajar en el sector gastronómico y alimentación, el 16 por ciento en el sector del comercio, 9 por ciento en construcción y 7 por ciento en educación. También cabe destacar que un 11 por ciento en comparación con un 4 por ciento de las personas encuestadas reportaron trabajar en el sector de la salud cuando estaban en Venezuela y en Paraguay respectivamente. Esto denota que la experiencia en el sector de salud de muchas de las personas venezolanas migrantes y refugiadas encuestadas no está siendo utilizada en Paraguay, lo cual es de importante relevancia en el contexto de la actual pandemia.

En lo referente al trabajo en sector formal vs informal, el 58 por ciento de las personas migrantes y refugiadas venezolanas encuestadas reportaron trabajar en el sector informal, mientras que un 37 por ciento declaró trabajar en el sector formal. Cabe destacar que la proporción de hombres que mencionaron trabajar en el sector informal es mayor que el de las mujeres (34% y 23% respectivamente).

En el grupo de personas encuestadas que declararon trabajar en el sector informal se observa que una mayor proporción se identificaban con el género masculino (57%) comparado con el femenino (43%). A su vez, el 72 por ciento reportaron encontrarse en el grupo de edad entre los 25 y los 44 años de edad. Es importante recalcar que casi la mitad de las personas que
informaron trabajar en el sector informal tienen un nivel universitario
de educación (41% comparado con un 38% del promedio). Esto pone de relieve uno de los principales problemas que migrantes y refugiados venezolanos se enfrentan acerca de la convalidación de sus títulos académicos al llegar a los países de acogida lo que los lleva a buscar trabajo en el sector informal. Por último, en los últimos seis meses, un 6 por ciento de las personas encuestadas que trabajan en el sector informal no cuentan con alimentos suficientes para alimentar a todos los miembros de su hogar, mientras que un 50 por ciento reportó tener un acceso parcial.

La gran mayoría del total de personas encuestadas contestó que en algún momento desde el inicio de la pandemia sus ingresos laborales fueron afectados. Un 34 por ciento de personas encuestadas declararon que sus ventas, pedidos y clientes habían bajado, un 32 por ciento reportó que perdió su trabajo, seguido de un 25 por ciento que confirmó que le redujeron el salario. Por último, un 17 por ciento de las personas encuestadas mencionaron que las suspendieron temporalmente y un 6 por ciento que les redujeron sus horas de trabajo.

Al analizar en más detalle los grupos de aquellos que perdieron su trabajo y aquellos que fueron suspendidos temporalmente desde el inicio de la pandemia, se observa que una mayor proporción de mujeres fueron suspendidas de manera temporal en comparación a los hombres (52% y 48% respectivamente). Sin embargo, una mayor proporción de hombres (56%) fueron despedidos en contraste a las mujeres (44%).

Es importante señalar que el nivel de estudios obtenido para ambos grupos es significativamente alto, técnico superior 14 por ciento en promedio y universitario 42 por ciento en promedio. Entre aquellas
personas encuestadas que fueron suspendidos temporalmente, el 48 por ciento contaban con estudios universitarios mientras que entre
aquellas personas encuestadas que perdieron su trabajo, el 42 por ciento tenían un nivel de educación secundario. Tanto aquellas que perdieron su trabajo como aquellas que fueron suspendidos temporalmente, la gran mayoría trabajaban en el sector informal (63% y 52% respectivamente).

Por último, se observa  que las personas encuestadas que afirmaron que sus ingresos laborales fueron afectados desde el inicio de la pandemia en materia de despido o suspensión de sus trabajos residían mayormente en los barrios de La Catedral y Sajonia en Asunción (para ambos barrios, 5% y 17% respectivamente). Cabe destacar que, en San Pablo y San Roque el porcentaje de personas encuestadas que perdieron sus trabajos fue mayor que el porcentaje de personas encuestadas que fueron suspendidas temporalmente de sus trabajos (10% en contraste con 8% para cada barrio a excepción de San Roque que no hubo porcentaje de personas suspendidas temporales).

Al ser consultadas si la situación en la que sus ingresos se vieron afectados se había solucionado, el 40 por ciento expresó que la
situación no había llegado a resolverse. Un 31 por ciento indicó que consiguió un nuevo empleo, un 15 por ciento le volvieron a subir el
salario, un 12 por ciento confirmó que le habían vuelto a aumentar las ventas o clientes, un 10 por ciento le retomaron el trabajo y, por
último, un 4 por ciento manifestó que le habían vuelto a asignar sus horas de trabajo.

4. Envío de remesas

En lo referente al envío de remesas, el 49 por ciento de las personas migrantes y refugiadas venezolanas encuestadas respondió que si
enviaba remesas. Al ser preguntadas si su capacidad para enviar las mismas se había visto afectada desde el comienzo de la pandemia, la
mayoría el 68 por ciento reportó que sí, un 28 por ciento expresó que no y un 3 por ciento manifestó que no se lo habían solicitado.

5. Condiciones de vida en Paraguay

Al ahondar entre las personas encuestadas sobre a dónde acuden cuando tiene alguna situación de salud, la gran mayoría declararon que
van al hospital público general (71%), un 42 por ciento mencionaron que acuden a un centro de salud público, un 9 por ciento acuden a una consulta médica privada y un 8 por ciento asiste a servicios proveídos por su seguro social o IPS. En menor proporción, un cuatro por ciento se apoya en un amigo o familiar, un cuatro por ciento va a un hospital público especializado, un tres por ciento no busca asistencia, un dos por ciento acude a una unidad de salud de la familia y finalmente, un uno por ciento se apoya en la medicina alternativa.

La gran mayoría de las personas venezolanas migrantes y refugiadas encuestadas reportaron no tener seguro médico (87%), mientras que un 11 por ciento mencionó tener un seguro social y un 2 por ciento un seguro privado.

Una mayor proporción de mujeres que de hombres no cuentan con un seguro médico (53% frente a 47%). En relación a la edad, la mayoría de las personas encuestadas que no cuentan con un seguro médico tenían entre 25 y 44 años (70%). Cabe destacar, que un seis por ciento de encuestados que no tenían seguro médico tenía más de 55 años por lo que les expose como grupo de riesgo frente a la COVID-19 al igual que otras enfermedades infectocontagiosas o crónicas. Por último, en cuanto a su situación migratoria, es importante remarcar que un cuatro por ciento no tienen un estatus migratorio regular
en comparación con un 3 por ciento del promedio de las personas encuestadas.

Del total de personas encuestadas, solo un tres por ciento informó tener alguna discapacidad. Las discapacidades mencionadas fueron dificultades para moverse y ceguera. A su vez, un 14 por ciento de las personas migrantes y refugiadas venezolanas encuestadas reportaron tener una condición médica crónica, un 2 por ciento declaró tener una condición médica motora y/o sensorial mientras que un 1 por ciento expresó tener una condición crónica relacionada a su salud mental. Algunas de las condiciones médicas crónicas mencionadas fueron: asma, cáncer, hipertensión, diabetes, artritis y estrés.

Teniendo en cuenta el contexto actual, es de especial relevancia entender las particularidades de este segmento de personas encuestadas expresamente en relación a su situación de vivienda. De esta manera, del total de encuestados que reportaron que en su hogar hubo algún miembro que tuvo síntomas del COVID-19, un 77 por ciento vive en una vivienda alquilada compartida con su núcleo familiar, un 10 por ciento vivían en una pensión o habitación, un 8 por ciento en una vivienda alquilada compartida con otros núcleos familiares y en menor proporción, un 3 por ciento tenía vivienda propia.  A su vez, el 15 por ciento de este grupo especifico de encuestados respondió que comparten el hogar con personas que no son de su núcleo familiar.

Finalmente, en los últimos seis meses, de este grupo de personas encuestadas que declaró que algún miembro de su hogar tuvo síntomas de COVID-19, un 56 por ciento expresó haberse enfrentado a falta de capacidad de pago en el lugar en el que está habitando, seguido de un 18 por ciento que manifestó enfrentarse a riesgo de desalojo, un 18 por ciento reportó tener problemas con servicios públicos, otro 18 por ciento expresó vivir en una estructura insegura y 8 por ciento se ha enfrentado a problemas de hacinamiento en el hogar (Gráfico 48). Es importante notar la situación migratoria actual de aquellas personas encuestadas que manifestaron que en su hogar hubo algún miembro que tuvo síntomas del COVID-19 y que, al solicitar asistencia, esta no fue recibida, ya que esta ha podido dificultar su acceso a servicios de salud. De esta manera, se observa que el 67 por ciento eran refugiados y refugiadas mientras que el 33 por ciento eran solicitantes de asilo.

A su vez, las personas migrantes y refugiadas venezolanas encuestadas fueron consultadas sobre sus principales necesidades del hogar
en esta situación de crisis sanitaria; estas fueron las siguientes: alimentación (63%), trabajo (59%), alojamiento (38%), asesoría legal/
documentación (33%), acceso a salud (24%), artículos no alimentarios (20%) y medicamentos (13%). Es de especial importancia señalar que
la mención de estas necesidades, teniendo en cuenta la actual situación de crisis sanitaria, pone de relieve y exacerba las vulnerabilidades de las personas migrantes y refugiadas venezolanas encuestadas en Paraguay.

En lo referente al acceso de alimentos en el hogar durante los últimos seis meses, 11 por ciento de las personas migrantes y refugiadas venezolanas encuestadas declaró no tener acceso. En contraste, un 50 por ciento manifestó tener un acceso parcial mientras que el 38 por ciento indicó tener alimentos suficientes para poder alimentar a todos los miembros del hogar.

Aquellas personas que han tenido que modificar total o parcialmente el acceso a la alimentación, al ser consultados sobre qué estrategias utilizaron para afrontar esta situación, la mayoría reportó buscar apoyo en la sociedad civil (67%). Otros, un 26 por ciento redujeron la frecuencia de sus comidas, un 20 por ciento empezó a trabajar más horas, un 10 por ciento vendió sus pertenencias y un 7 por ciento dejar de comer para que así otros miembros del hogar pudieran alimentarse.

6. Protección, necesidades y asistencia desde la crisis del COVID-19

Los cinco principales aspectos de la vida de las personas encuestadas que empeoraron desde la crisis del COVID-19 fueron los siguientes: recursos económicos (63%), trabajo (56%), vivienda/alojamiento (37%), vestimenta/calzado/ropa (33%) y atención médica (22%). Cabe destacar que un 17 por ciento reporta una mejoría en el apoyo de las ONG y otras organizaciones desde el comienzo de la pandemia.

Una mayor proporción de hombres que de mujeres encuestadas confirmaron haber experimentado algún tipo de discriminación (51% y 49% respectivamente). En relación a su grupo de edad, la mayoría tiene edades entre los 25 y los 54 años (85%) (Gráfico 70). De las personas encuestadas que afirmaron haber experimentado discriminación, el 51 por ciento se sentían poco parte de la comunidad paraguaya en relación a la educación. Cabe destacar que este es un porcentaje considerablemente elevado cuando se compara con el promedio de las personas encuestadas que reportaron sentirse poco parte de la sociedad paraguaya en lo que hace a la educación (41%). De la misma manera esto se ve reflejado en el aspecto del empleo donde el 43 por ciento manifestaron sentirse poco parte, mientras el 54 por ciento expresaron sentirse medianamente parte de la comunidad paraguaya (38% y 44% respectivamente para el promedio de las personas encuestadas). Por último, en el departamento Central fue en el que se manifestó un porcentaje más alto de personas encuestadas que sufrieron discriminación (46%), seguido de Asunción (29%), Alto Paraná (11%), Presidente Hayes (6%), Itapúa (6%) y Caaguazú (3%).

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