International Medical Corps alerta que la ayuda humanitaria en Venezuela se encuentra altamente politizada, lo que exacerba aún más la crisis

(Venezuela, 16/12/2019) Venezuela continúa enfrentando una de las crisis políticas y económicas más graves de la historia del país. asegura la International Medical Corps.

 Las Naciones Unidas estiman que el 94% de la población vive en la pobreza, mientras que unos 4.5 millones de venezolanos ahora viven fuera del país. Ha habido un colapso completo de las provisiones de alimentos, los mercados locales, el empleo y el sistema de salud. Esta situación se ha visto agravada por la violencia política y la hiperinflación, y el costo de los bienes se duplica cada semana durante un período durante 2018. Según estimaciones recientes, más de 7 millones de personas, incluidos 3,2 millones de niños, necesitan asistencia humanitaria con urgencia, siendo las prioridades el agua. , saneamiento e higiene (WASH), alimentación, salud y protección.

Encuestas recientes realizadas por organizaciones no gubernamentales como el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos han señalado que el colapso de la infraestructura hídrica en el país se ha acelerado en los últimos dos años. Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), el acceso al agua sigue siendo uno de los mayores desafíos, con algunas comunidades recibiendo agua limpia menos de una vez cada ocho días. Aunque ha habido menos cortes de electricidad y agua en el Distrito Capital, los servicios en otros estados siguen siendo limitados. El acceso al agua potable depende de las bombas, por lo que cuando falla la electricidad, el suministro de agua también lo hace. Además, la población venezolana se concentra en gran medida en las zonas urbanas,

Debido a la falta de servicios básicos de agua y electricidad, así como al éxodo masivo de trabajadores y especialistas de la salud, el sistema de salud está al borde del colapso. Los pacientes del hospital, muchos de los cuales ya están gravemente enfermos, tienen un mayor riesgo de adquirir nuevas infecciones mientras están en el hospital, debido a la falta de suministros básicos de limpieza y desinfección. La falta de acceso a medicamentos ha dejado a muchos con afecciones agudas y crónicas, incluidos los pacientes con VIH, sin la atención adecuada. La desintegración de los servicios afecta desproporcionadamente a los más vulnerables, incluidas las poblaciones indígenas, los niños menores de cinco años, las mujeres embarazadas y lactantes, los adolescentes, las personas con enfermedades crónicas y no transmisibles y los ancianos. Como resultado, algunas de las poblaciones más vulnerables, particularmente aquellas en los distritos centrales del país, han comenzado a migrar hacia la frontera en busca de mejores condiciones de vida. Esta migración ha aumentado los riesgos de protección para muchos, ya que los distritos fronterizos tienen niveles más altos de inseguridad, con mayores incidentes de trata de personas, explotación y abuso, y violencia de género. OCHA ha notado que los estados a lo largo de la frontera, incluidos Bolívar, Delta Amacuro, Amazonas, Zulia, Táchira y Apure, ahora tienen las mayores necesidades, dado el aumento de la población.

El deterioro de la infraestructura sanitaria también ha provocado el resurgimiento de enfermedades tratables y transmitidas por vectores. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que un brote de sarampión que comenzó en 2017 sigue en curso, con los casos más recientes confirmados por laboratorio en Zulia en agosto de 2019. Los casos de difteria continúan aumentando, con un total de 2,956 casos sospechosos. identificado y 287 muertes reportadas. Aunque las campañas de vacunación masiva están en marcha, todavía hay 2.9 millones de niños que no han recibido las vacunas adecuadas y siguen siendo susceptibles. Además, la OPS ha informado que la transmisión de la malaria sigue siendo alta, con 214,021 casos reportados a junio de 2019, un aumento del 7 por ciento en comparación con el mismo período en 2018. Otros problemas de salud pública incluyen tuberculosis y mortalidad materna e infantil.

Aunque las agencias se centran en proporcionar asistencia y protección para salvar vidas, aún quedan desafíos claves. La ayuda está altamente politizada, lo que exacerba aún más la crisis humanitaria en curso. Además, los actores tienen acceso limitado a datos oficiales sobre las últimas necesidades y distribuciones de población, lo que debilita los esfuerzos para dirigirse a las poblaciones vulnerables y abordar las necesidades emergentes. El acceso al combustible sigue siendo particularmente desafiante, ya que OCHA informa largas colas en las estaciones de servicio, algunas con una duración de varios días. La falta de combustible y el mantenimiento deficiente de la infraestructura vial han dificultado el transporte, dejando áreas remotas sin servicios.

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